jueves, 12 de diciembre de 2013

Velorio, 20 años de "chiveo"



Si voy a la bahía del Éxito de Laureles a preguntar por Jorge, me van a decir: ¿quién es ese?, pero si pregunto por Velorio, me van decir que espere la 420.  
 
Jorge es trigueño, no muy alto y el tiempo le ha hecho surcos en la piel antes de tiempo. La exposición constante al sol le ha oscurecido unas partes del cuerpo más que otras. Tiene una cicatriz en la base del tabique porque una vez se le cayó la tapa del motor del bus sobre éste. Sus labios están resquebrajados por el paso de los años pero eso no le quita su sonrisa y relajo. 

Dice que exactamente no sabe cuántos años lleva chiviando, que serán unos 20 o 25. Yo me atrevería a decir que son 20, porque para sacar pase de quinta categoría se necesitan 20 años y él tiene 42. 

Según cuenta, quiso ser conductor desde niño, desde que jugaba con carritos y su primer trabajo fue manejar la camioneta de un tío. 

A su edad aún está soltero. Es lo que comúnmente se llama viato. En todo el sentido de la palabra. Afirma que no se casó porque simplemente no llegó la indicada. Además, es un viato bastante ordenado con su dinero, porque a pesar de que él lo niega, varias personas en la ruta aseguran que tiene plata.

A veces altivo, a veces humilde, en el fondo no deja de ser un niño que se ríe por todo. Un niño montado en un bus que le gusta salpicar a la gente y partir las tablas que tiran debajo del puente de la Plaza Minorista.

 A pesar de que sus años de experiencia lo acreditan como uno de los más sobresalientes conductores, él asegura que no lo es. Aunque una cierta vez le cuestioné el no parar en el Disco a recoger un moño de gente y me respondió: ¿Me va a venir a enseñar o qué? Quizá no lo acepte abiertamente pero él bien sabe que alguien con su altísimo promedio en la ruta, es el mejor. 

Maneja la 420. La envidia de muchos. La 420 es la 420 y lo es simplemente porque es el bus que más corre de todo Circular Sur. Salirle adelante es misión imposible. Es un bus International que no posee su motor original, en reemplazo de éste tiene un motor Nissan 205. El mejor chivero tiene el mejor bus. 

Tiene unos dientes dignos de total envidia y una caballerosidad inexistente en los hombres de este siglo, a tal punto de llegar a darme la comida. Pero contrastante con este caballero hay un hombre que monta los codos a la mesa y es bastante grosero con sus demás compañeros hombres, que tacha a los nuevos de bobos y los espera esperados ―esperar esperado a alguien es dejarse ver la cola del carro con el objetivo de que el otro se enganche con uno y así no recoja pasajeros en el camino―. 

El apodo de este hombre nació de una situación bastante cómica. Luego de su primer año de trabajo, pidió un caimán para que lo reemplazara y solía sacar sus días libres con la excusa de que se le había muerto alguien… un tío, una tía, un primo, una prima… Como vivía en velorios, lo dejaron Velorio. 

Según él, el secreto para llevar tantos años chiviando es amar lo que se hace. Así de simple. Su mayor hazaña es diga de un héroe: "Hace como tres meses venía por las Vegas y la gente me estaba haciendo escándalo pero yo no entendía por qué. Hasta que una muchacha fue y me dijo: Es que a un señor le dio un patatus. Venía en el INEM del Poblado, hice un prohibido en el puente de la 4Sur y me metí a la Clínica Las Vegas con bus y todo". 

Comenta que en otra época de la vida le hubiese gustado ser un dueño, pero que ya no sueña con eso "porque el chiveo se está poniendo muy duro y ya no deja lo mismo que antes”. Entiendo perfectamente su sentir, cuando él entró lo normal eran mil pasajeros diarios, ahora… mover 800 es una proeza digna de diploma. 

Prefiere las motos porque los carros son como una moza que no da nada. A su percepción, lo único que hacen es comer plata y nada más.  

Sólo desayuna. Su almuerzo es tinto y cigarrillo. A pesar de ello, no huele a tabaco. Fuma Boston porque el Marlboro es muy fuerte y masca chicle todo el día. Hizo hasta quinto de primaria porque no le gustaba estudiar. Dice que en la escuela la maestra le pegaba mucho con la regla y eso le disgustaba bastante.

No le gusta la pernota y se le notan los nervios en su manía de prender y apagar el timbre constantemente. Su risa, a veces burlona, resulta insoportable para algunos. Y estoy segura que mientras pueda seguirá siendo el mismo sardinero y el mismo buen chivero.

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