Cada lugar es un mundo. En
cada casa, apartamento, edificio o denominaciones similares se vive de un modo
diferente y se tienen diferentes costumbres. Cada cuál es libre de vivir como
quiera, de obsesionarse con diferentes cosas y ver su mundo desde su perspectiva.
Un claro ejemplo de
esto es un edificio. Cada uno de los
apartamentos es un mundo puertas para
adentro. Con tal seguridad puedo decir que en un bloque de apartamentos siempre
hay un chismoso, una adicta a la limpieza, el tipo que siempre está en la
ventana demostrando su condición voyerista, una pareja de casados desde hace
muchos años y la madre siempre preocupada por la ropa, por citar algunos
ejemplos.
La
manera como habitamos los lugares da una cierta muestra de cómo somos. Por ahí
dicen que ‘’parece ser que el orden exterior responde
siempre a un deseo de ocultar un desorden interior’’
y en muchas ocasiones quiero creerlo así. Las personas ocultamos tras la manera
como mantenemos nuestros hogares ciertos órdenes o desórdenes
mentales, y por desórdenes no me refiero a enfermedades, sólo a maneras de
actuar y pensar, al final el mundo es libre y cada cuál decide cómo vive, cómo
decide, cómo actúa, cómo se muestra ante los demás y como refleja su
personalidad en el entorno que le rodea.
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